Día 9: descubriendo Ubud

Día 9: descubriendo Ubud

¡Buenos días desde Bali! Hoy amanecemos a una hora más que decente: las siete de la mañana. Comparado con los horarios que hemos tenido en Java, incluso nos da la sensación de que es un poco tarde. Pero la verdad es que ya nos tocaba descansar en condiciones.

Nada más abrir los ojos, pienso en el desayuno que nos espera hoy. Si el bufet está a la altura del hotelazo en el que estamos, tiene que ser espectacular. Estamos impacientes, así que nos vestimos y bajamos corriendo a comprobarlo. Efectivamente, es el mejor bufet que hemos visto en lo que va de viaje. Hay de todo: desde el típico arroz con verduras, hasta bollería, gofres y tortitas con chocolate cocinados allí mismo, pasando por fruta de todo tipo, tostadas con huevos revueltos y cereales. Decido coger un poco de todo. Así, a lo bruto.

Después de desayunar, subimos de nuevo a la habitación a preparar las mochilas y volvemos a bajar a la recepción a esperar a nuestro guía, Kirno. Llega puntual. Lo reconocemos fácilmente. Es un hombre bajito, de aspecto amable, y lleva puesto un sarong y un turbante en la cabeza. Habla un español casi perfecto. Tras presentarnos, repasamos el itinerario de hoy.

Nos subimos en el coche. Lo primero que visitaremos es una típica casa balinesa en el pueblo de Batuan, no muy lejos de nuestro hotel en Ubud. Al llegar, tras unos 20 minutos de viaje, nos damos cuenta de que esta casa, más que típica en el sentido de común, es una casa tradicional balinesa. Se nota que la familia a la que pertenece es pudiente, y no tiene nada que ver con las viviendas que hemos visto en el centro de Ubud.

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Las diferentes partes que componen la casa están separadas por unos jardines y caminitos muy bien cuidados. Kirno nos guía por las estancias y nos explica que cada casa tiene su propio templo, más grande o más pequeño según las posibilidades de cada familia. Esta, en concreto, tiene uno bastante grande. También nos habla sobre el tema de las ofrendas a los dioses. Al parecer, cada mañana las mujeres de la familia preparan las ofrendas para ese día. Una ofrenda suele constar de un trozo de hoja de parra con arroz o con flores, y según la familia, pueden llegar a prepararse hasta 200 diarias.

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Ofrendas


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Danza balinesa
Tras darle al dueño de la casa una propina de 9.000 rupias, volvemos al coche y ponemos rumbo a nuestro próximo destino. La siguiente parada es en el pueblo de Batubulan, donde asistiremos a un espectáculo de danza balinesa. De todas las cosas que tenemos que hacer hoy esta es, probablemente, la que menos me apetece, ya que me imagino que es algo muy turístico. Efectivamente, tras un ratito de coche, llegamos al lugar, que está plagado de turistas con sus respectivos guías. Me digo a mí misma que no pasa nada, que, al fin y al cabo, es algo que hay que ver en Bali y que sólo es un rato en todo el día. Va, voy a intentar disfrutarlo. Pagamos 200.000 rupias y entramos en el teatro al aire libre donde es el espectáculo. Al entrar, nos dan un papel en español en el que se cuenta la historia que vamos a ver. Se trata de la típica danza de Barong y Kris, dos seres mitológicos que representan la lucha entre el bien y el mal. Intento empaparme bien de la historia y los personajes antes de que empiece, ya que Kirno nos ha dicho que es difícil de entender si no llevas una idea previa. Empieza la representación y, para mi sorpresa, me parece muy interesante. Los trajes que llevan están trabajadísimos y cuidan hasta el más mínimo detalle. También me fijo en que, aparte de los actores y bailarines, hay un gran número de músicos que se encargan de darle más dramatismo a la historia. Bueno, al final no ha estado tan mal la cosa.


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Rito funerario
Seguimos con la ruta turística por Ubud. Ahora nos dirigimos a Goa Gajah (o la cueva del elefante), un templo hinduista que es Patrimonio de la Humanidad. Por el camino, sin embargo, pararemos en un pueblo en el que muchísimos artesanos se dedican a la talla de madera con la intención (suponemos) de que compremos algo. Sin embargo, al llegar, Kirno nos dice que no tenemos que comprar nada, que no nos preocupemos. Tras observar a los artesanos y entrar en la tienda por quedar bien, volvemos al coche y, ahora sí, parece que vamos al templo. Poco antes de llegar, nos encontramos a toda una comitiva que forma parte de un rito funerario que se celebra en Bali. Según nos cuenta Kirno (y como veremos mañana, aunque no quiero adelantarme), normalmente el cuerpo del difunto se coloca dentro de la figura de una vaca hecha con madera y otros materiales (que será tan grande como rica sea la familia) y posteriormente se quema. En esta ocasión no vemos ninguna vaca.

Llegamos a Goa Gajah, y es aquí donde tenemos nuestro primer contacto con un sarong. Yo vengo con la idea de comprarme uno, pero, como todavía no lo tengo, me pongo uno de los que ofrecen en la entrada del templo. Son muy monos, la verdad. Además, Kirno le pone a Vicent un turbante que llevará durante el resto del día. Paseamos por dentro del santuario hasta encontrarnos con la famosa entrada de la cueva, tallada hace varios siglos.

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Al entrar, notamos una humedad casi insoportable. Al fondo, vemos la estatua de Ganesh, representada en forma de elefante, lo que muchos creen que da nombre al templo, aunque hay diferentes teorías. Al salir, nos damos cuenta de que, a pesar del turismo, son templos reales a los que los hindús acuden a dejar sus ofrendas y a rezar a sus dioses.


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Ofrendas
Comenzamos a caminar en dirección a la salida del templo y vemos que hay una zona en la que varias mujeres venden fruta. Tienen plátanos, salaks y mangostinos. Kirno, sin consultarnos, compra unos cuantos mangostinos para que los probemos. Hoy, a diferencia de en nuestro primer día en Yakarta, ya no me da tanto miedo y lo pruebo. No sabría con qué fruta conocida compararlo, pero está sorprendentemente dulce. ¡Me gusta!


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Mangostín
Nos dirigimos ya hacia el coche cuando veo que hay algunas paraditas donde están vendiendo sarongs. En Bali vamos a ver muchos templos, así que voy a comprármelo ya. Además, me protegerá las piernas de los mosquitos sin darme un calor excesivo. Tras un nuevo intento de regateo, acabo pagando 110.000 rupias (unos 7 euros). Me encanta, y me lo pongo directamente, sin esperarme a salir. Foto de rigor en la entrada y al coche.

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turismo y viajes a indonesiaEl siguiente destino es un lugar al que no pensábamos ir, pero que, según Kirno, vale la pena visitar. Es el llamado Pura Tirtha Empul, un templo hinduista perdido en medio de la selva. Lo que lo diferencia del resto de templos hinduistas balineses es que cuenta con una piscina de agua cristalina que emerge de un manantial de agua sagrada. Al parecer, hay peregrinos que se desplazan hasta allí para curar sus enfermedades con el agua del templo. Con nuestros sarongs puestos, nos adentramos en el templo y descubrimos que, aunque hay bastante gente, se respira mucha paz y tranquilidad. Vemos que hay algunos locales rezando y, en la piscina, que algunas personas se están bañando. Con el calor que hace, casi apetece, pero decidimos no hacerlo por respeto a la cultura balinesa, por supuesto. Lo que sí hacemos es ponernos un poco de agua por los brazos y el cuello. Ya que estamos aquí, no podemos irnos sin tocar el agua sagrada.

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Pasan de las doce y empezamos a tener hambre. Kirno nos explica que nos va a llevar a comer a un restaurante tipo bufet que tiene un mirador con vistas al volcán Kintamani y al lago Batur. Antes, sin embargo, nos quiere llevar a conocer el lugar donde se produce el café más caro del mundo. Es el llamado café luwak. El luwak (o civeta, en español) es un mamífero que habita en zonas de la India y del sudeste asiático. Al parecer, este café es tan famoso (y tan caro) porque la civeta se come los granos de café maduros y, tras pasar por sus intestinos, los expulsa parcialmente digeridos. Durante este proceso, se produce algún tipo de reacción química que hace que el café tenga mejor sabor. O eso dicen.


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Los granos de café, tras pasar por el intestino del luwak
Al llegar al lugar, entramos en una especie de selva, que es la plantación de café. Tras caminar por allí un poco, y mientras Kirno nos explica el tema de que el grano de café pasa por los intestinos de la civeta, llegamos al sitio donde se prueban los cafés y tés que producen aquí. Los que me conocen saben que a mí no me gusta el café (ni el té), y no tengo ninguna intención de empezar a tomarlo a estas alturas de mi vida. Además, vemos que tienen allí a un luwak en una jaula muy pequeña para que la gente lo vea, junto con una vitrina en la que se muestran los granos de café tal cual salen de su intestino, y a mí me parece un poco cruel. No sé, se me pone un poco de mal cuerpo. Vicent, un poco por compromiso, sí que decide probar las diferentes variedades de té y café que tienen, aunque tras la experiencia, me cuenta que él no ha notado ninguna diferencia entre estos y los que suele tomar.  

Aunque al principio nos ha parecido curioso el proceso de elaboración de este tipo de café, nos vamos de la plantación sin tener muy claro si recomendaríamos esta visita. Pero, bueno, ahora nos toca comer. Estamos deseando llegar al restaurante del mirador. Estamos bastante cerca, así que el ansiado momento no se hace esperar. Es un local enorme, con mesas en el interior y en la terraza. Aunque está bastante lleno, Kirno se encarga de buscarnos una mesa exterior con vistas al volcán. Después, nos lleva a la zona del bufet donde nos recomienda qué coger y nos advierte de que hay algunos platos que son muy picantes. Después, nos deja solos para que estemos un rato a nuestro aire.

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Después de comer (por 212.000 rupias, es decir, 14 euros), salimos a admirar las vistas del volcán Kintamani y el lago Batur. Aprovechamos para hacernos alguna foto con Kirno, al que ya a estas alturas del día hemos empezado a coger cariño.

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Tras este ratito de relax, nos toca poner rumbo al último destino turístico del día: los arrozales escalonados de Tegalalang. Sin duda, estos arrozales son una de las imágenes más representativas de Ubud y tenemos muchas ganas de verlos en persona.

Como en muchos otros sitios de los que hemos visitado hoy, nos hacen pagar una pequeña cantidad de dinero para entrar con el coche. Ahora que lo pienso, nos hemos encontrado con esta misma situación  (o parecida) muchas otras veces también en Java. Una vez incluso pagamos a un hombre que estaba en medio de una carretera para que nos facilitara la incorporación a la carretera principal que teníamos delante. No sabemos si todo esto está regulado o es legal, pero lo que está claro es que está a la orden del día y los conductores pagan con total normalidad.

Tras aparcar y andar unos minutos, llegamos a los famosos arrozales. Estamos en la parte alta y ante nosotros hay una especie de pequeño valle formado por escalones en los que los agricultores cultivan el arroz. Es precioso. Empezamos a bajar, por algunas partes con más dificultad que por otras. No hay mucha gente y la verdad es que podemos disfrutar del lugar con tranquilidad. Al llegar a la parte baja del "valle", hay un puente en el que te piden una donación para cruzar al otro lado. Nosotros no cruzamos, y seguimos por nuestro lado haciendo fotos un rato más.

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Son casi las cinco cuando decidimos dar por terminada la excursión. En poco rato empezará a anochecer, así que nos subimos al coche y ponemos rumbo al hotel, al que tardaremos algo más de media hora en llegar. Durante el trayecto, Kirno activa el modo enciclopedia. Lo ha hecho en todos los trayectos que hemos realizado durante el día, y es un fenómeno muy gracioso. Él, durante las excursiones a pie, nos cuenta cosas fascinantes sobre los lugares en los que estamos de una manera muy amena, con sus bromas y todo. Sin embargo, al subir al coche, pone en marcha su modo enciclopedia automático, en el que empieza a soltarte datos, fechas y nombres como si fuera una grabación. Es muy divertido, porque, cuando empieza, Vicent y yo nos miramos con cara de "allá vamos". Sin embargo, en este último viaje su cantinela me resulta de lo más relajante y caigo totalmente rendida.

Me despierto en la puerta del hotel y en lo primero que pienso es en la piscina. Tras despedirnos de Kirno hasta pasado mañana (ya que mañana tenemos otro guía diferente), subimos a la habitación, nos ponemos el bañador y bajamos a la piscina. Ya casi es de noche, pero la temperatura es perfecta. Estamos allí un buen rato, leyendo y relajándonos. Repasamos las fotos del día de hoy. Ha sido una jornada tan intensa que parece que la visita a la casa tradicional haya sido ayer, y no hoy.

Un par de horas más tarde, una vez relajados y duchados, salimos a las calles de Ubud en busca de un sitio donde cenar. Nos proponemos encontrar algo superbarato, porque nos da la sensación de que hoy nos hemos gastado muchos cientos de miles de rupias entre unas cosas y otras. Tras dar varias vueltas, cerca del Monkey Forest encontramos un restaurante (que también ofrece habitaciones para viajeros) en el que los precios de la carta son bastante asequibles. Casi conseguimos nuestro objetivo de comer por menos de diez euros (casi), pero la verdad es que los platos no son ninguna maravilla. Bueno, ya nos daremos algún lujo otro día.

Volvemos al hotel. Ya en la cama, repasamos la ruta de mañana. Vamos a visitar varios lugares también, pero esta vez en la zona este de la isla. Además, vamos a ir por primera vez a la playa en lo que llevamos de viaje, y tengo mucha curiosidad por saber si realmente las playas de Bali se merecen la fama que tienen. Mañana lo comprobaremos. ¡Buenas noches!

2 comentarios:

  1. Muy buena redacción, y a mi me gusta el café pero lo pensaríamos dos veces en tomarlo con mi novia en ese contexto jeje..estaría bueno en algún apartado contar situaciones en las cuales se sintieron inseguros y demás..saludos y que siga bárbaro el viaje.

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    1. Muchísimas gracias por comentar, Fernando! En general, me sentí segura durante todo el viaje, pero quizás haga un post explicando algún pequeño incidente que tuvimos. Un saludo!

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